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BOLETÍN ENERO 2013

Boletín Sereso DIc2012

martes, 27 de noviembre de 2012




La MOTIVACIÓN se forma de la unión de las palabras
 MOTIVO y ACCIÓN.

Una definición sencilla es: "el motivo para actuar, es una acción dirigida hacia los objetivos con el propósito de satisfacer necesidades".
                                                                                                  Jorge Duque.


Podemos hablar de una motivación 
externa y una motivación interna. 
La motivación externa  es la que viene del medio, de las demás personas y nos incentivan para llegar a la acción, es algo así como un voltaje de energía. Por ejemplo el salario que recibimos por hacer nuestro trabajo, cuando ganamos un reconocimiento o nos dicen que estamos haciendo bien las cosas (refuerzo social).
 La motivación interna por su parte como su nombre lo dice viene del interior, de nosotros mismos, son los motivos que tenemos para poner una idea, deseo, intención en acción.
 Si el motivo es fuerte es más probable que se convierta en acción, si no existe fuerza en esos motivos es poco probable que se llegue al acto y se mantenga en el tiempo.

La motivación externa es importante, pero la motivación interna es la que hace que las metas se mantengan a largo plazo y se utilicen todos los recursos necesarios para su culminación. Puede existir motivación externa pero sin la interna no es posible materializar los buenos deseos e intenciones.

Es fundamental el autoconocimiento, para encontrar las verdaderas cosas que nos motivan y nos brindan la energía suficiente para concretar nuestros proyectos.

Motivación y satisfacción deben ir de la mano.


¿Perdonar? De qué me sirve…


Cuando hablamos de perdón, no nos estamos refiriendo a otra cosa diferente que liberarnos de las propias ataduras. El perdonar  no es ceder ante las peticiones del otro, simplemente es decidir no cargar con sentimientos negativos que lo único que logran es intoxicar el propio organismo y desequilibrarnos emocional, espiritual  y físicamente.

Robin Casarjian una escritora y terapeuta norteamericana  para referirse al perdón dice:  “El perdón es el medio para reparar lo que está roto. Coge nuestro corazón roto y lo repara. Coge nuestro corazón atrapado y lo libera. Coge nuestro corazón manchado por la vergüenza y la culpa y lo devuelve a su estado. El perdón restablece  la capacidad y libertad para amar”.

En muchas ocasiones más que perdonar a los demás es importante empezar a perdonarnos a nosotros  mismos, por ser imperfectos, por equivocarnos, por no ser exactamente como quisiéramos que fuéramos o como los demás desearían que sintiéramos, pensáramos y actuáramos.

Para muchos, perdonar resulta sinónimo de debilidad, dejarse de los demás, ser “tonto” o no tener carácter. En este caso existe una errada idea de lo que es realmente el perdón.

Perdonar no significa aceptar o estar de acuerdo con los comportamientos y actitudes inadecuadas, tampoco lo es tener que estar al lado de personas que no deseamos estar y nos hacen daño o impiden nuestro proceso de vida. Podemos perdonar y tomar la decisión de no continuar una relación. El perdón tiene que ver más bien con el cómo nos sentimos con relación a nosotros mismos y a las demás personas. Es un estado interno  no una situación.

En muchas ocasiones se “solapa”, se confunde el perdón con la falsa aceptación. Se transforma la rabia en entendimiento, puesto que este es más aceptado socialmente. Para poder llegar al perdón es fundamental primero expresar la rabia, los miedos, las inseguridades, el malestar. De lo contrario quedará guardada y se detonará, revertirá en el  momento menos esperado y de la forma menos indicada. El rencor y la ira reprimida, dificulta la capacidad para dar y recibir, la capacidad  para amar.

El teólogo y filósofo Paul Tillich escribió: “El perdón es una respuesta, la respuesta implícita en nuestra existencia”.