UNA HISTORIA ORIENTAL SOBRE UN SABIO...
Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de los hombres
para que le revelara el secreto de la felicidad.
El muchacho anduvo
unos meses por el desierto hasta que llegó a un gran palacio en lo alto de unas
montañas. En ese lugar vivía el sabio a quien buscaba. Aunque esperaba
contactar de inmediato a ese sabio personaje, se encontró con un tumulto de
gente, como una especie de plaza de mercado, con mucho ruido y algarabía. El
sabio conversaba con todos y tuvo que esperar unas horas para ser atendido.
El sabio maestro
escuchó atentamente la solicitud del joven, pero le respondió que en ese
preciso momento no disponía de tiempo para revelarle el secreto de la
felicidad, por lo que le sugirió que diera un paseo por el palacio y regresara
unas horas más tarde.
"Pero te voy
a pedir un favor - agregó el anciano, entregándole una cucharita de plata en
que dejó caer dos gotas de aceite - Mientras caminas lleva esta cucharita y
cuida que el aceite no se derrame".
El hijo del
mercader inició su recorrido subiendo y bajando escaleras, con la mirada fija
en la cucharita de plata y a las pocas horas volvió donde el anciano.
¿Qué tal te fue?-
preguntó el sabio- ¿viste los tapices persas en el comedor? ¿Fuiste al
jardín que tiene 20 años de cuidados exclusivos? ¿Oíste las melodías de los
grupos al lado de la plaza? ¿Te diste cuenta de los impresionantes tomos de
libros antiguos con que contamos en nuestra gran biblioteca?
El muchacho,
ocultando el sonrojo en su rostro, respondió avergonzado que no había visto,
oído ni sentido nada; su única preocupación fue no permitir que las dos
gotas de aceite se derramaran de la cucharita de plata que el sabio le había
entregado.
"Pues vuelve
y aprecia las maravillas de mi mundo, no puedes confiar en alguien si no has
conocido su casa".
Mucho más
tranquilo, el joven tomó la cuchara y recorrió el palacio de cabo a rabo, en
esta ocasión observando minuciosamente todo a su alrededor, escuchando los
sonidos, oliendo los perfumes y disfrutando de las bellezas del palacio. Al
volver con el sabio, le narró en detalle todo lo que percibió, sin ocultar el
enorme asombro y felicidad que le dio tener la oportunidad de apreciar tanta
belleza.
"Pero ¿dónde
están las dos gotas de aceite que te confié en la cucharita de plata?
El muchacho
observó la cucharita y notó consternado que las había derramado.
"Pues este
es el único consejo que puedo darte - le reveló el más sabio de los sabios- El
secreto de la felicidad consiste en mirar, escuchar, oler, degustar y disfrutar
de todas las maravillas del mundo, pero recordando en todo momento las dos
gotas de la cuchara de plata".
Tomado de:
El
Alquimista de Paulo Coelho.
El libro
de la transformación personal PNL (Programación Neuro-lingüística) de José Daniel Puche.