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BOLETÍN ENERO 2013

Boletín Sereso DIc2012

martes, 27 de noviembre de 2012


¿Perdonar? De qué me sirve…


Cuando hablamos de perdón, no nos estamos refiriendo a otra cosa diferente que liberarnos de las propias ataduras. El perdonar  no es ceder ante las peticiones del otro, simplemente es decidir no cargar con sentimientos negativos que lo único que logran es intoxicar el propio organismo y desequilibrarnos emocional, espiritual  y físicamente.

Robin Casarjian una escritora y terapeuta norteamericana  para referirse al perdón dice:  “El perdón es el medio para reparar lo que está roto. Coge nuestro corazón roto y lo repara. Coge nuestro corazón atrapado y lo libera. Coge nuestro corazón manchado por la vergüenza y la culpa y lo devuelve a su estado. El perdón restablece  la capacidad y libertad para amar”.

En muchas ocasiones más que perdonar a los demás es importante empezar a perdonarnos a nosotros  mismos, por ser imperfectos, por equivocarnos, por no ser exactamente como quisiéramos que fuéramos o como los demás desearían que sintiéramos, pensáramos y actuáramos.

Para muchos, perdonar resulta sinónimo de debilidad, dejarse de los demás, ser “tonto” o no tener carácter. En este caso existe una errada idea de lo que es realmente el perdón.

Perdonar no significa aceptar o estar de acuerdo con los comportamientos y actitudes inadecuadas, tampoco lo es tener que estar al lado de personas que no deseamos estar y nos hacen daño o impiden nuestro proceso de vida. Podemos perdonar y tomar la decisión de no continuar una relación. El perdón tiene que ver más bien con el cómo nos sentimos con relación a nosotros mismos y a las demás personas. Es un estado interno  no una situación.

En muchas ocasiones se “solapa”, se confunde el perdón con la falsa aceptación. Se transforma la rabia en entendimiento, puesto que este es más aceptado socialmente. Para poder llegar al perdón es fundamental primero expresar la rabia, los miedos, las inseguridades, el malestar. De lo contrario quedará guardada y se detonará, revertirá en el  momento menos esperado y de la forma menos indicada. El rencor y la ira reprimida, dificulta la capacidad para dar y recibir, la capacidad  para amar.

El teólogo y filósofo Paul Tillich escribió: “El perdón es una respuesta, la respuesta implícita en nuestra existencia”.  
  

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