Conflicto o cuestión de actitud?
Todos hemos enfrentado durante la vida, situaciones críticas a diferentes niveles que
ponen en riesgo nuestra estabilidad emocional; viéndonos en la necesidad
apremiante, de tomar decisiones que posibiliten lograr nuevamente el
equilibrio.
Cuando de conflicto se
trata, generalmente se piensa en dificultad, caos, crisis y otros calificativos
que generan tensión y malestar. Esto no es algo gratuito, puesto que las mismas
etapas evolutivas del ser humano por si mismas, representan cambio y posibles
crisis que requieren modificaciones, adaptación, asimilación y acomodación. El
hecho de ser un cambio, hace necesariamente que se salga de la zona de confort
y tranquilidad, por ser algo nuevo y por tener que tomar decisiones al respecto;
pero principalmente por experimentar sentimiento de malestar, miedo,
ansiedad, angustia, desesperanza, incertidumbre.
El
conflicto puede ser visto de forma totalmente negativa o por el contrario, ser tenido en cuenta y experimentarlo cómo la posibilidad de generar cambio,
aprendizaje y desarrollo. Esto dependerá
principalmente de la actitud que cada persona tenga a la hora de enfrentarse al
conflicto, de las herramientas con que cuente a nivel emocional, de los recursos y de su utilización, de la
posibilidad de buscar alternativas que movilicen a la acción y a la consecución de
resultados más favorables que permitan recuperar ese equilibrio del que se
hablaba inicialmente. De igual forma, juega un papel muy importante la motivación
hacia el aprendizaje.
Resolver el conflicto
implica la reducción y eliminación, la gestión
del conflicto por su parte según
el autor Rahim, está orientada a conocer
las circunstancias, diseñar
estrategias y afrontarlas de forma que
posibiliten, conseguir resultados positivos y aumentar la efectividad.
“Es
importante recordar que las situaciones no son en sí las que afectan a las
personas, si no la interpretación que estas
construyen y tiene de dichas situaciones”.
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