¿CÓMO NOS ESTAMOS COMUNICANDO?
La manera en cómo nos comunicamos traspasa
fronteras y es aún más compleja
de lo que hemos aprendido desde niños, si bien es algo que pareciera
desarrollamos a través del tiempo de forma casi que espontánea, su
estructura engrana una serie de
elementos que pueden presentarse de forma implícita o explícita, verbal o no verbal, pero que de la forma en cómo se transmita y también de cómo se reciba influye en las
relaciones consigo mismo y con el entorno, afectando de forma positiva o no
tanto, la interacción de los sistemas
sociales.
En muchas ocasiones hemos
verbalizad o pensado, o nos han
preguntado por situaciones que parecieran o pareciéramos no comprender, pues
están en un lenguaje casi desconocido. Cuestionamientos o afirmaciones
tales como: supuse que entendiste, es
algo lógico, pensé que creías… y otras afirmaciones más que terminan enfilando la lista de lo que Ellis llamó “Adivinar
el pensamiento”. Además, situaciones o
acontecimientos que damos por sentado sólo por hacer parte de nuestro sistema
de creencias y de nuestra realidad particular; no de lo real, sino de la construcción que
desde una experiencia particular hemos consolidado, dando por sentado sin
argumentos sólidos, lo que nombramos como verdad.
Hacia el año 1967 el
Psicólogo Albert Mehrabian, profesor de la universidad de Harvard realizó un
estudio de la comunicación no verbal, resultados que aún siguen teniéndose en
cuenta como referencia para la
comprensión y profundidad del tema. Este
estudio plantea la fórmula del 7%-38%-55%, un 7% que corresponde a la comunicación verbal, un 38% a la entonación y un 55% a las
expresiones faciales. Más allá de estos números y resultados se puede entender
cómo en la comunicación juegan un papel clave lo que decimos con palabras, pero
mucho más lo que no verbalizamos pero que transmitimos con nuestro cuerpo, con
nuestros gestos y con nuestra actitud.
Es allí realmente cuando la
comunicación se convierte en algo complejo a lo cual es importante prestar atención pues de ella depende que nuestras relaciones sean cada vez más
sanas o por el contrario que se vean afectadas por que no somos claros a la
hora de expresar nuestras necesidades, sentimientos, inconformidades.
Cuando prestamos mayor atención a la manera como nos comunicamos
e intentamos ser más coherentes consigo
mismos, podemos estar orientados hacia una mejor calidad de vida en nuestras interacciones
personales e interpersonales, en nuestra familia, en las relacione de pareja,
en el trabajo.
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